luna-gitana

La Luna no duerme, engaña al sol. Se suelta el pelo de noche despejada y maquilla el negro de sus ojos con estrellas.
Se viste con falda de gitana, para tongonear su paso liviano sobre papel urbano. Despierta noches hechizadas con su mirada fija-(línea) de palabras dispersas en el aire que la baña y ella gitana al fin las agarra.
Roba un suspiro en metáfora.
De uno que otro beso extrae verbos.
De un minuto obtiene un verso.
Entre el humo descubre el silencio y lo guarda en su cuerpo de Luna-gitana. De noche-día, de poesía sin reglas.
Como la noche.
Luna, pluma-tinta; libertad que la lleva a encorvarse sobre su manto estrellado, gitana enciende un cigarrillo y te observa. Tan perversa como humana, en las noches de estrellas o en sus días de poeta escribe tu historia, la mía y la de otros.


D.A. Luis Daniel Arrufat-Elias

CEREMONIA DE PALABRAS: UN EXORCISMO CITADINO

Un verso pasa lento
flota despacio entre los cuerpos…
Adictiva y explosiva… ser poesía vibrante
de tu euforia a mi guarida.
Huyo y me sumerjo entre caprichos
y noches deseosas con sabor a calle y caña.
[Vino]
Un sudor que corre por la espalda
un murmullo silente y disperso
por tu perversión al reverso, con demencia…
Tu lira, que lira sin queja ni verbo
dejándome inmerso en un eco de inciertos presentes
[pasados inciertos en tiempo].

Silba lejana, canción sin eco
un retrógrado silencio
SiLeNcIo
me retumba y tumba el eco en hechizo.
¿Quién quiere este cuerpo de espigas?
Aquel masoquista, lingüista, moribundo que ha perdido
hasta su más hipócrita verdad.
Vive de agonías. ¿Quién quiere vivir de silencios?
Ay pena, penita, pena
que te quiero con plástico y diademas,
ay pena, que te necesito en pena…
y no ajena a mi verdad, de adentro y de
afuera
la más ingenua la más podrida como yo.

¿Qué me queda? Un pesado vacío
un pequeño trozo de voces alocadas
al unísono de la virtud de todos con las palabras:
el recuerdo.
Tu sombra en mi frente, en mi Luna, en la costa.
Costa, costera, cueva y noche. Noches de sombras
gastándose y saciándose de placeres y humo…
SOMOS VOCES, CUERPOS, SILUETAS-SOMBRAS
que hablan desde lo alto de esta ciudad maldita.


Luis Daniel Arrufat-Elias
José H. Cáez-Romero
Kadiri J. Vaquer

El viejo San Juan, 20 de marzo de 2009

Inmaculada


Se escucha a lo lejos,
la voz olvidada,
la sonora maltratada,
de infancia equivocada.

Princesa aprisionada,
en castillo de cristal,
melancólica mirada,
inmaculada.

Lid interna,
contra los espejos,
contra su nombre,
contra su verdad.

Sucia traición,
del propio corazón,
penas de dolor,
y perdida nación.

Cambiar de vida,
del negro al blanco,
del sol a la luna,
del fuego al agua,
y decirse completa.

Lucero en la noche,
condenada a la eternidad,
maldecida al llegar,
y sentenciada a vivir.

Se busca indefinida,
desesperada,
esperanzada,
aceptada,
e inmaculada.

~Freddie J. Ortiz

Muerto en la Norzagaray

Noches como esta lloro vidrios helados que pintan de rojo el horizonte. Atravieso la lluvia cabizbajo. Un recuerdo emerge fugaz desde el inconsciente a la vez que una gota cae fría sobre mi espalda desnuda. Escucho bocinazos que se hacen sordos ante mis oídos despejados del mundo y la sucia urbe de discrimen, hipocresía y desprecio.
Noches como esta tropiezo hasta con mi propia sombra pero no pierdo el equilibrio. Me ahogo en lagunas de olvido y olvido mi nombre, a mi padre y a mi madre. Olvido todo, pero sigo. Y ahora olvido más que hace un rato. Y quedo casi inconsciente y todo es más obscuro y me desconecto. Y vuelvo. Y despierto. Y quiero más y vuelvo y me pincho y sigo; una, dos, tres. Y mis venas se hinchan, palpita, lloran sangre dolida, herida, moribunda. Que sirve de consuelo para una jeringa amiga q a los 18 anos conocí y me acompañó siempre y me acompaña esta noche que se parece mucho a aquellas otras pero no es igual.
Hoy un suspiro de alivio recorrió mis venas, me jamaqueo y luego se alojo fulminante en mi corazón tendiéndome en un eterno descanso.
Una noche como aquellas que fueron pero ya no serán. Porque esta noche desperté con los parpados cerrados pero la mirada fija al norte y el sol calentando mi vena curándome con una droga diferente. Hoy las voces se tornan más claras. Escucho el esquismi polisman, de un gringo. Reconozco muchas de esas caras que ahora miran fijamente mi cadáver pero no reconocen mi rostro. Y hoy llevan mascaras de lastima y condolencias y les dicen a sus hijos que no me miren. A lo lejos una monjita me hecha la bendición. Pues vallanse al carajo y métanselo todo como yo me metí por las venas una y otra vez sus desprecios y que cada gota que me inyecte les retuerza la conciencia si en algún momento es a su hijo al que ve aquí con policías, turistas, ambulancia sentado en una silla de ruedas mirando el sol de las 8:30 aislado del mundo por una cinta amarilla. Despidiéndose de cada uno de ustedes.


Luis Daniel Arrufat-Elias

Y se deslizó

Y se deslizó
llana con humildad
por el pecho arrugado
de la mujer, de la madre.
Recogió a pulso y sollozo
las migajas despreciadas del hombre,
de los hombres.
Desterró la huella antigua
de la virginidad alquilada
y en vertientes de papel
derramó la tradición de su nombre.
Desalojó la herencia
de los pliegues dorados
de su piel,
y casi con los dientes su neo-amado
le arrancó las trenzas de raíz
para convertirla en mujer de nieve,
en una señora del presente
sin espejos en el agua
que puedan refutarle el pasado.

-Kadiri J. Vaquer

Te hablo

Te hablo desde mi caricia seca, la única que conozco desde hace años. Te hablo desde el inútil intento de poseerte en mi cama, en mi cuerpo, en tu cuerpo, en tu pelo. Te hablo desde mi voz perdida en algún lugar de mi garganta, de esta sed de palabras disparatadas, desde esta sed de palabras gigantes, minúsculas, absurdas, intensas. Te quiero intensa, te quiero perdida en mi boca, en mi nariz y mi silueta rara. Te hablo desde esta cabeza loca y redonda que traigo puesta, desde la sencillez más sencilla de tu cara sencilla y tu mirada sencilla y loca que me traga. Te hablo desde el deseo desesperado y hambriento y extraño que tengo. Esos modales caníbales con los que nazco desde la vísceras más hondas hondísimas, hondonadas, oscuras y profundas. Te hablo desde la carne, la piel, la epidermis, tantos nombres. Te hablo desde mis nombres, los nombres de todos, los apellidos de todos. Te hablo desde los huesos, mis huesos, estos huesos huesados, calcificados, quebrados, desviados, invisibles. Te hablo a ti desde el espejo, desde mi mano, desde mi verga, desde mi papel, desde mi pluma. Desde el brillito en tu cara larga, mi cara morena tu cara morena clara, desde tu boca bocada, callada, absurda abismada. Te hablo desde mí por mí para mí a mí en mí, desde la rosa, desde el anamú y la luna en tu espalda, en tu vientre, en mi vientre, en tus pies, mis pies, los pieses pisados. Te hablo con nostalgia y alegría. Te hablo para quererte con todo, con nada, conmigo, contigo, ahora, aquí, ahora, aquí, allá, aquí, en mí, en ti, en nosotros.
José H. Cáez-Romero

Tu olor

Tú hueles a cannabis
tiparillo de vainilla
café arábigo tu aliento
lento, espeso
a espalda ancha
que brilla con el sol
a secretos
a otras
a ostras
y tragos
a salitre del Caribe
a veces huelo
dulce
Tú hueles a tabaco
a mí
a veces
tú hueles a misterios
a noches
a miedo
tú hueles mis rincones
sabores
tropicales
a bosques
y a selvas
también espesas
a mentas
borracheras
bohemias
y melancolía
a cielos rotos y bahías tristes
tú hueles
como yo quiero que huela
todo en tí.

-Noelia Cruz Vázquez